20/11/09

En la luz de la pena



Llevo un tiempo planteándome la posibilidad de olvidarlo todo, de borrar ese archivo de mi cabeza con la esperanza de que no regresen los recuerdos, pero parece que es imposible. A lo largo de la vida nos pasan muchas cosas por delante, demasiadas anécdotas y vivencias. Recordamos las buenas, dibujando una sonrisa en la cara, pero difícilmente olvidamos las malas, aunque vivimos intentando hacerlo posible. No nos damos cuenta que de esa manera sólo conseguimos el efecto contrario, pues lo mejor para olvidar (o mejor dicho, dejar la conciencia más tranquila) es afrontar los hechos, que al fin y al cabo se produjeron en un pasado irrepetible, para saber disfrutar del futuro.


Para qué renunciar al sol
ahora que no podré ocultar mi dolor.
Por qué vivir en la sombra
hoy que he visto la luz,
a pesar de que mi piel desgarra, quema,
como un suspiro en el aire
rajando el silencio de estar sola.
Que el mundo disfrute mi pena,
que derrame la sangre
que corre por mis venas,
porque qué más queda
que vacío en el corazón,
qué más que hipócrita calma
en el profundo anhelo que clama
un poco de paz
en lo que conservo de razón.


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