3/11/10

A la deriva


Como buen capitán estoy obligado a permanecer en mi barco. Desde mi posición observo otros barcos amigos a los que la tormenta no parece afectarles. No sé cómo ha pasado pero comienza a subir el nivel del agua. Ni siquiera sé cuándo se produjo esa fisura que permite que entre más y más, debió de suceder rápido sin darme tiempo a reaccionar. Los remos de mi barca se han roto por lo que navego a la deriva sin poder determinar mi propio rumbo. Los otros barcos, en cambio, permanecen a salvo, todos reunidos. Creo que no se han dado cuenta que cada vez más la corriente me empuja alejándome de ellos.
Hace tiempo que comenzó a llover. Los rayos iluminan el cielo con su luz desesperanzadora. El agua de la lluvia se confunde con la que sigue llenando el barco aunque, al fin y al cabo se trata de agua, las dos mojan por igual. He dejado de achicar hará un rato. Me he dado cuenta tarde de lo que sucedía y ahora, si no me encuentran pronto, creo que me hundiré entre las olas de este mar oscuro. Lo único que me queda es esperar. Esperar a que llegue la mañana y el sol raye con su luz estas nubes que me atormentan. De esa forma, aunque nadie llegue a tiempo para rescatarme, al menos moriré al calor del sol que un día iluminó mi vida.

20/11/09

En la luz de la pena



Llevo un tiempo planteándome la posibilidad de olvidarlo todo, de borrar ese archivo de mi cabeza con la esperanza de que no regresen los recuerdos, pero parece que es imposible. A lo largo de la vida nos pasan muchas cosas por delante, demasiadas anécdotas y vivencias. Recordamos las buenas, dibujando una sonrisa en la cara, pero difícilmente olvidamos las malas, aunque vivimos intentando hacerlo posible. No nos damos cuenta que de esa manera sólo conseguimos el efecto contrario, pues lo mejor para olvidar (o mejor dicho, dejar la conciencia más tranquila) es afrontar los hechos, que al fin y al cabo se produjeron en un pasado irrepetible, para saber disfrutar del futuro.


Para qué renunciar al sol
ahora que no podré ocultar mi dolor.
Por qué vivir en la sombra
hoy que he visto la luz,
a pesar de que mi piel desgarra, quema,
como un suspiro en el aire
rajando el silencio de estar sola.
Que el mundo disfrute mi pena,
que derrame la sangre
que corre por mis venas,
porque qué más queda
que vacío en el corazón,
qué más que hipócrita calma
en el profundo anhelo que clama
un poco de paz
en lo que conservo de razón.